martes, 29 de mayo de 2012

Perdido

Pasaron seis meses desde que se despidió de esa prisión, qué a su vez supo ser un palacio. Mira hacia atrás,luego, hacia adelante, y mira lo que lo rodea, pero no sabe donde está.
Está perdido, siempre lo estuvo. Intenta recordar cuando perdió el camino que le señalaron, y piensa que quizás nunca existió tal camino. ¿Qué es el camino en fin?
El destino, se responde a sí mismo, pero nació una nueva pregunta, ¿Existe en verdad el destino? No pudo contestar.
Busca en su mente, en su cabeza, cuál es su destino, su meta. No la sabe, no la encuentra. Quizás sea su hogar, quizás sea su amor, nadie lo sabe, ni él.
Algo entorpece sus pensamientos, algo le impide moverse, algo no le deja continuar con su desconocido camino. Él sabe, o cree saber que es, sin embargo no sabe que hacer al respecto. Se siente culpable, también inocente. Sufre como víctima, esquiva como victimario. Tiene miedo de que sus palabras hayan podido dañar a algo, pero está convencido de que su silencio también lo hace.
Busca desesperado una salida, o por lo menos, un camino.

Y no lo encuentra.

viernes, 11 de mayo de 2012

Hombres Tristes

El hombre de negocios se retira a su casa, viendo caer al pasar a las hojas del otoño.
El hombre de letras está en la cama con una mujer, sin nada más entre ellos que la pasión.
Un camionero, hastiado de su trabajo, maneja su vehículo hasta su destino.
El hombre de negocios observa a los indigentes que le piden dinero al pasar. Lo hace con el cabeza a gachas, avergonzado por ser en parte culpable de la situación.
El hombre de letras se viste, mientras la mujer lo observa, sonriendo, con esa mirada cómplice.
El camionero siente la carga de las horas, se siente cansado, sólo pensando en que con este trabajo alimenta a su familia. El hombre de negocios llega a la puerta de su casa, escucha con pesar la voz de un hombre, la risa de su mujer, y temiendo lo peor, entra.
El hombre de letras, alertado por el ruido, se apura en su accionar. La mujer corre a esconderse.
El camionero, dormido, continúa su trayecto, soñando con el pesar de su familia.
El hombre de negocios y el hombre de letras cruzan sus caminos, cruzan sus destinos. El corazón del hombre de negocios se parte.
El remordimiento del hombre de letras se agiganta, tal como el dolor del hombre de negocios.
En el camino del camionero, un joven de apenas 16 años, sólo tiene en la cabeza encontrarse con su novia, de la cual tanto tiempo estuvo enamorada.
El hombre de negocios se divorció, perdió su casa, y quedó sólo.
Lo último que vio el hombre de letras fue un aviso.
Lo último en lo que pensó el chico, fue en su novia.
Lo último que el camionero vio bajo la luz del sol, fue al joven atropellado.

Cuándo los destinos de hombres tristes se cruzan, no termina en felicidad.

Linea separadora

Todas las entradas escritas antes de esta, hasta la llamada "Cuba" fueron escritas ahí, y publicadas ahora porque allá no pude.

Los malos, los buenos y los tontos.

¡Oh! Que lloren los buenos de todo el mundo, pues en el día de hoy, los buenos rara vez triunfan. Y cuando triunfan, expiran.
Procedamos con la clasificación de las personas:
Los tontos: Estos tienen la suerte de ser los más felices, pero creo que son los más vacíos. Tonto para mí es aquel que no sabe, y siquiera se interesa por saber.
Los ignorantes, los que creen saber más de lo que en realidad hacen. No suelen meterse con ellos, no suelen meterse con nadie. Al fin y al cabo, ¿qué puede hacer un tonto?
Los malos: Los vivos, los falsos. Demasiado vivos, y demasiado falsos. ¿Qué remordimiento pueden tener si ellos salen beneficiados? Manejan a los buenos a su gusto. ¿Por qué? La ingenuidad va acompañada de la bondad. Pobres buenos. ¿Lo peor? Son los que triunfan en el mundo de hoy, pisan cabezas. Son como perros, como los clasifica Roger Waters. “You gotta be trusted, by the people that you lie to .So that when they turn their backs on you, you get the chance to put the knife in!” Por lo menos tengo la certeza, que moriran sólos, arrastrados por el peso de lo que hicieron.
Los buenos: Citando la frase con la que abrí: “¡Oh! Que lloren los buenos de todo el mundo…” Ingenuos, ¿por qué? Se niegan a ver la maldad en los demás. Cualidad, que hoy en día, es un defecto. Pobres buenos, pero tienen la tranquilidad de no haber perjudicado a nadie, en la carrera de su vida.
Sonará a falta de modestia, pero a veces me gustaría dejar de ser tan bueno…

Nada

“Vos me odias, nos odiamos.
Eso no es verdad, yo te amo.
¿Eh?
Yo no dije nada.
Precisamente, “nada” no dijiste. Dijiste te amo.
No he dicho nada.
Se.
No.
Se.
No.
Está bien, ese “nada”, ¿significa algo, o no significa nada?
Significa algo…
Y ese algo, ¿es verdad o es mentira?
Es verdad.
Yo más…”

Día de los enamorados

“Que linda que estás, sos un caramelo, te veo en el recreo y me vuelvo loco. Todas las cosas que me gustan, tienen tu cara. Y espero a los asaltos, así juego a la botellita con vos”
Citando a la Bersuit Vergarabat, gran banda argentina.
En circunstancias normales, estaría criticando que este día sea sólo para vender más flores, más chocolates, más de todo. Pero estoy enamorado. Y la vida me enseñó a tenerle miedo a este sentimiento, tan amplio y bello, pero peligroso.
El amor… Que pena me da tenerle miedo al amor, que tristeza me da.
Pero ayer no tuve miedo, ayer fue un día que no me voy a olvidar. Ni el anterior a este. Son increíbles las cosas que vi en vos estos dos días. Hablamos de los ojos, de la mirada. Yo te dije que no me gustaban las miradas “vacías”, que no tuviesen nada que contar. La tuya tiene esa profundidad que me hace pensar, me hace ver. Me conmueve, y lo sabés. Notás como te miro, enternecido, sin palabras que decir.
Como ahora, sin palabras que decir…

No creo que te des una idea de lo que tú causas en mí. Quizás lo sepas. Ojalá lo sepas… Tú y yo contra el mundo, como me gusta esa idea, sin embargo no las razones. Cuántas cosas nos unen, ¿no? De chiquito me gustabas, pero bueno, precisamente, éramos chicos. ¿De grande que fue lo que nos unió? Tú sabrás, pues yo en esos tiempos sólo me sentía la persona más afortunada del mundo. Y fui feliz, pero también fui tonto, demasiado tal vez. Entre estos dos días te conocí de una manera que no conocía, y que, siendo tonto, no creía capaz. Te conté todo, y vos a mí. Hoy fuimos más que “noviecitos de verano”, fuimos más que novios también. Hoy fuiste mi amiga, mi compañera, fuiste parte de mí, y yo de ti. Y hoy te dije dos palabras que no suelo usar, es más, la última vez que la dije, fue hace 2 años, ¿con quién? Pues quien más, contigo. Siempre me fue difícil sincerarme, con mucha gente, pero contigo me sale perfectamente natural. ¿Por qué? No sé, me intriga. Hay tantas cosas que me intrigan… “Yo nunca me enamoré, sólo una vez. ¿Con quién? Dale decime Mmh, no. ¡Dale dime! Sólo te diré una cosa, es menor que yo” Leyéndola, suena a cosa de niños, ¿pero cuantas cosas esconden? Me provocó felicidad, curiosidad, miedo. La última vez que me sentí así fue por Pilar. Y eso si es triste.

Crecer

Crecer “Quiero brillo en mis ojos hoy, igual que los tuve ayer, yo quiero volver atrás. Yo quiero volver y no crecer más”. “No es inmadurez, es que creciendo, la inocencia se va”. Hoy cito a Attaque 77, era una buena banda, pero como ellos dijeron “Acá son todos negociados, el futbol, la política, la radio y la televisión”. Una lástima que ellos también. Volviendo al tema de esta entrada, hoy empecé a releer “El principito”, de Antoine de Saint- Exupery. Y no sé si es correcto decir releer, porque creo que implica que lo veo de la misma manera, y no me pasa eso. Este libro lo he leído cuatro veces. Cuándo mi mamá me lo regalo, a los 9 ó 10 años, luego a los 12, una vez a los 13, y bueno, hoy, a mis 14, casi 15. Me di cuenta de que realmente el tiempo es implacable, cuando este libro me hizo pensar. No es extraño, pues este libro habla de eso. Es impresionante ver como una persona cambia de cuando se es pequeño, a cuando se crece. Cada día me parece más gracioso e irónico ver a los más chicos decir “Ya quiero ser grande”, y verme a mí diciendo que no quiero crecer. ¿Cuál es el punto de hacerlo? Yo, con mis cortos 14 años me siento realizado, y porque no, maduro. Y me pregunto, ¿por dónde pasa la madurez? ¿Cuándo paso de ser un nene, a ser un hombre? Yo creo, que dejé de ser un chico cuando empecé a pensar en esto. “…Pero yo, por desgracia, no sé ver los corderos a través de las cajas. Acaso soy un poco como los mayores. Habré envejecido” Antoine de Saint-Exupery Hay tanto que hablar sobre esto, y no sé cómo escribirlo, tanto y demás, me despido con esta cita del principito: ”- ¿Dónde están los hombres?- prosiguió al fin el principito - Se está un poco sólo en el desierto… También se está sólo entre los hombres –sentenció la serpiente.”

Ser auténtico

“Cuidate de la gente con la que te juntas, tanto aquí como en Argentina”, citando esta vez a una persona a la que amo. Tenés tanto para contar, pero la gente siempre se interesa en lo primero que ve. Qué triste que esto sea tan común. Me molesta y me duele, y no por ti, sino porque una parte de mí lo sabe, yo me doy cuenta. No sé si es cobardía, o si me estoy mintiendo a mí mismo. Quizás no quiero darme cuenta, o quizás tengo miedo de hacerlo. Qué curioso es no saberlo. La sinceridad, la virtud más despreciada. Hoy en día ¿quién aprecia la sinceridad? Muy pocos. Y peor aún, hoy en día, ¿quién es sincero? Casi nadie. Parece que la gente desea que le mientan, quizás para no ver la verdad, como yo, o peor aún, no distinguen a la gente auténtica. La verdad duele, es verdad, pero ¿no duele más una mentira?

Primer amor

“El primer amor no es tu primer novio/a, ni la primera persona que amaste. El primer amor es aquel que te hizo sentir cosas que no creías posibles…”. “Citando” a una conocida imagen que reza esto. Y “citando” entre comillas porque no es textual, es lo que me acuerdo. El otro día, viéndola a ella, me di cuenta de que, el amor NUNCA muere, el amor se duerme, pero siempre va a haber una chispa, que se puede convertir en fuego. Claro, siempre y cuando no caiga agua sobre esta dichosa chispa. Esto ya te lo dije, pero lo escribo para no olvidar: “Tengo dos cosas para decirte… una es gracias, y la otra es perdón. ¿El por qué? Perdón, porque aquella vez hace dos años cuando vine, no te traté de manera correcta, no te veía de la manera que correspondía, ni merecías. No te traté como a una mujer, te traté como si fueses cualquier cosa. ¿Por qué gracias? Porque bueno, no sé si sabías, pero vos fuiste la primera persona a la que le dije te amo. (Me olvidé de decírtelo, pero no sólo te lo dije, vos fuiste la primera persona a la que amé). Vos me enseñaste a amar, gracias” Tres años, ¿es mucho o poco? Depende de cómo lo veas. Tú me llevas tres años, vos tenés 17, por cumplir 18, yo 14, por cumplir 15. No suena bien, para nada. ¿Pero no es la misma diferencia que hay entre 27 y 24, o entre 44 y 41? Dicen que el amor no tiene edad, y no sé si es loco decir que nacimos para ser uno. Yo recuerdo que desde chiquito vos me gustabas, y como dijo el Pity “y ahora de grande, sigue siendo igual”. No quiero que este amor muera, por nada en el mundo.