domingo, 15 de mayo de 2016

Cambiar

  Deberías saber que cada momento que viví contigo fueron únicos. Una manía obsesiva me mantiene arraigado al pasado que me grita constantemente, haciéndome dudar del presente, intrínsecamente atravesado por esa falta, ese vacío, que todos los días me hacer buscar(te) donde no hay otra cosa que nada y más nada, o tal vez es un todo demasiado amplio, no lo puedo ver. El todo es más que la suma de las partes.

  Por momentos tengo la sensación de haberte visto ya, en otro lado, en otro momento, en otro yo y otro vos, entre sueños y canciones que no comienzan ni terminan y así como las escuchás se te están yendo de las manos al mismo infinito, al mismo todo, y tiemblan los cuerpos ante la sensación de plenitud, iluminación, nacimiento, muerte y resurrección. Pero sin embargo estas allá, a lo lejos, en un sitio nublado de conjeturas y lejanía. Una cadena me ata al cuello y me sigue arrastrando, obligándome a mirar, forzándome a contar lo que no se puede contar, aunque intente con toda mi fuerza cósmica, no puedo traducir lo que sucede cuando tu existencia en el plano entra en conflicto con mi presencia ausente.

  Una fuerza magnética compuesta por dos polos, igual de fuertes, pero opuestos, cada uno es el exacto reflejo del otro, la otra cara, la imagen que muestra y la que esconde, con la extraña certeza de saber que existe algo que lo atraviesa, cierta unicidad, cierto hilo azul invisible e infinito que los ata, los mantiene tan juntos como separados. ¿Qué hay en esa rabia que no sea amor? ¿Qué hay en esa fuerza que no sea dolor? ¿Qué hay en esa seducción más que soledad? Pero… ¿qué hay en esa tranquilidad que no sea locura? Y en esos ojos… ¿qué hay que no sea muerte?

  Hojas amarillas, reminiscencia del futuro pasado, tenue aroma diluido de la taza de café, eternidad, delicada aspereza, soledad, individualidad ¿Qué soy? Yo ¿quién soy yo? Nosotros, todos, nadie. El cortante viento silba el ventanal.

  Basta.

  No puedo ser la invitación al deseo. No quiero ceder a la vanidad. No debo decir que sí.


  Basta.