martes, 7 de agosto de 2018

De lo real sueño al sueño real


Tranquila que deja de llover,
si tu fuego acompasa al mío,
entibiando la perla del río
que por inercia está buscando el pez.
¿Cómo no va a enloquecer?
Si sólo el pez la hizo arte
¿cómo no andar desafiante?
Si la perla es roja también,
y aunque el azul le hace bien,
violetas van a abrazarse




A vos natural quererte,
cantar ternura sin pena,
lo que me sobra te llena
y a tu presencia de ojos fuertes.
El ave canta: ¡qué suerte!
Tengo de estar volando
y ver sus piernas bailando.
Pariendo un gesto de darte,
mis dos alas regalarte,
el cielo te está esperando.




Soy diablo y vos sos mujer,
nuestro idioma es sueño,
es crepitante misterio
cuyo imperio es el placer.
Dichoso de ver arder
lo normal al tocar caos;
tu cuerpo como el cacao
tiene un rasgo especial,
entre lo dulce y lo sensual,
como un café por Callao.

viernes, 18 de mayo de 2018

Cadáver exquisito

¿Cuándo sentís plenitud absoluta?
(Una canción que nos hipnotiza)
¿Cuál es el camino que querés seguir?
(Es que me gusta mucho de esta forma)
¿Qué es lo que te hace sonreír ni bien te levantás?
(Son estrellas en el estómago cuando te siento cerca)
¿Quién sos? ¿Qué buscás?
(Si yo creo en mí lo siento posible)
¿Mirás a los ojos verdaderamente?
(El sonido de la tormenta)
¿Te da miedo el tiempo?
(Toda la noche pensándome)
¿Qué te gusta?
(Verte en mí)
¿Sos alguien?
(Porque no tengo miedo de estar sólo)

¿Al final del día, cuánto valió la pena?


Cádaver exquisito entre Verónica Medina, Milena Medrano y Yordan Bonne.

lunes, 5 de marzo de 2018

Paisaje huracanado visto de una ventana

Los años pasan.
Daños causan quienes más nos aman.
Ya no aguanto más nada
y tolerar no me agrada.

Sintiéndome un extraño hasta en casa.

Desnudo en mi cuarto
me estoy olvidando de amar...
todo lo que estoy pensando me cansa.

Le estoy fallando a la causa
por andar tropezando,
a la larga tendré que saber si algo me falta,
o solo lo que anda pasando me cambia.

Por desidia, sigo alimentando mi trauma.
Me quedo atado a la cama;
lo que estoy soñando me llama
y yo hago caso a su llamado.

Luego abrazo tu carnada.
Sé que voy de paso,
relaciones son fracasos,
yo las hallo trastornadas.

Si me callo fallan,
y cuándo hablo: flamas.
Fuera de este cuadro hallar
la paz se hace más sencillo.

Al escuchar jazz respiro,
oigo el llanto del saxo y miro
si salgo de este flash, cautivo
entre miradas que van de mimos.

Circo y rayes clandestinos.
Siento hambre y sigo despierto.
Abandono la razón a corazón descubierto.
No pongo voz ni voto
entre tantos tontos que hay por acá,
donde sólo el loco es ejemplo.

miércoles, 10 de enero de 2018

Automatismos

Silencio.
Caminá por mis brazos,
haceme caso.

¡No digamos nada!
¿Para qué?

Quiero que la tinta
me dirija a donde realmente busco,
que los cabellos
en mis hojas
sean terreno del último y primer momento,
coros anglicales
entre gritos de desesperación,
como si uroboros terminare de comerse
a sí mismo,
al instante del último bocado.

¿Qué pasa al terminar su banquete?
¿Qué pasa tras la pregunta?
¿Qué pasa tras la respuesta?


Ósmosis en mis dedos cansinos
por la tensión
con mi tendón
y la voluntad,
primigenia,
reveladora,
aspirante a escultora si su maestro fuere Míguel Ángel,
¿qué escultura subyace este líquido?

Me cuestiono y lo recuestiono
solo por el mero hecho de
no poder
responder.

Alquimista lirical,
artista que intenta transformar
al tiempo
en oro,
vano,
iluso,
nimio,
como lo humano.

A veces quisiera huir de la cárcel de imágenes y recuerdos,
para entra en la cárcel de piel.
¿El autómata es autómata si no puede ser otra cosa?









 Quisiera que lo que les cuento sea una obra de arte en si misma. Nunca más lejos, nada tan lejano, como una declaración de intenciones. Podrían llamarme el esclavo del oxímoron.
 Una máquina de escribir sin tinta, el tenue humo del sahumerio, fucsia, por supuesto, como todo lo suyo, el leve cosquilleo al sentir acercarse el calor al rostro, bajo la citadina lluvia en la cosmopolita Buenos Aires.
 Compenetrados, obnubilados ocupados cada uno en lo suyo, lo nuestro, dos microcosmos en fricción, sin más mediador que Fiona, silente, delicada, atigrada, contemplativa, más allá de lo que alguno de nosotros jamás podría llegar a estar.

 A veces la lluvia golpeteando el techo y las paredes me hace imaginar ejércitos de duendes.

 El abrigo se cae, sabe que le toca descansar por unos meses; pobrecito, se aburre.

 Inténtome distraer con la sentida intensidad de sus dedos luchando con las teclas, los gruñidos, fabulando onomatopeyas, los visibles e invisibles gestos en su cara, invisibles porque no la miro, visibles porque imagino. La descripción de un escenario de película.
 En esos tiempo, imposible decir si aún sigue siendo así, me fascinaba despersonalizarme, ver espacio en tercera persona e imaginar que estaba dentro de una película; lo importante no era el guión, no, no, sino la estética, visualizar las tomas, los ángulos, las sensaciones, la psicología de las imágenes. Siendo eterno romántico, necesitaba matizarme en barroco.
 He aquí la libertad:
A punta de cuchillo rasgando,
asesinando, vomitando,
volcando sobre la hoja
ojalás,
porqués,
qués,
cómos,
cuándos,
dóndes,
erases,
fueses,
hizos
y más
y mal que pese
heme aquí
frente a jueces
hechos de “ces”,
“eses”
y demases.
Pero entrégome,
como con la mirada,
nada,
que esconder ni mostrar,
nada,
como cara a cara
con Dios,
o
con Vos,
o
con los Dos,
o
con polvos, total,
todos somos cosmos.

Intensificate,
me ruge una voz,
Ares grítome:
“mátalos”,
y aca voy.
Acabo con todo
y vuelvo a apaciguarme;
el agua puede quemarme,
ensuciarme:
adoro,
simplemente adoro el ridículo,
el santo sinsentido.

Acá estamos los hijos de “Dios ha muerto” y “Hay alguien en mi cabeza y no soy yo”. ¿Qué hemos hecho de nosotros?
Peces de pecera,
agua de burbujas,
animales de zoológicos.
Son mórbidos y lógicos
los silogismos
que nos mantienen en la casa de los espejos.

Oscilo entre micro y macro.
(debe ser culpa de Macri)
Como todo y como siempre,
haciendo a base de golpes,
repiqueteos,
me llena de “theos”,
me entusiasma.

¡Ah! Me olvidé del mate. Justo recordatorio de que no todo entra en las manos…

¡y bue! Otra vez será.