domingo, 2 de julio de 2017

En el Nombre-Del-Padre

Me aburren los días del padre;
nadie a quien agradecerle
ni culpas echarle,
ante que detenerme
ni a quien enfrentarme:
el odio es un germen
pero el vacío, imperdonable.

Quiero matarte
porque no puedo matarte.
O suelo matarme
porque ya te maté.

Oigo una voz,
pero no quiero escucharle.
En contraste con Dios
se siente lo incomparable.

"What did'ya leave behind for me?!"
No me canso de preguntarte.
A mis demonios les incomoda saber
que los quiera cuidar un ángel.

Necesito defectos que encontrarte
y salvarme
de tu ley atemporal;
no se trata de moral:
las cuestiones de amor y odio están más allá del bien y el mal.

Ni Freud, ni Nietzsche, ni Lacan
me alcanzan para curar el
insulto del indulto que supone lo inexorable.
¡Escuchen mis silencios cuándo hable!
Son resabios de un hogar donde no hay ley.

Más solo que todos
pero,
no mas solo que antes:
ahora me tengo a mí de acompañante.
Tengo a las hojas secas esperando la fuerza del aire
deseando ser poseídas por el viento y haga que bailen
en vaivén.

Una tumba no es alguien...
¿¡por qué debería llorarle?!
Decidí que no haya ante quien arrodillarme.

Si compartimos las mentiras
la conciencia es un fraude.
¿Tener que creer
o perder los cabales?
Mi mirada en el espejo es un bucle interminable
que acumula la presión hasta volverla insoportable.

Detalles
de lo que me calle,
que sigue estando presente gritando desde el ayer.
Coqueteos de la culpa después de sentir placer
son ecos distantes de la peor parte de mi self.

¿Ser
por el deber?
Hacer algo a respecto
o soportarle.
Dar el brazo a torcer
o devolver lo que lancen.
Con miedo de perder,
perder es inevitable.
Siendo mi propia fe,
mi credo es inexpugnable.

Pero...
soy ateo de mí.
Cuando no creés en nada,
es un delirio vivir.
Sueño con universos
donde todo es más claro
y cuando me despierto
quiero volver ahí.

Imágenes del tiempo son relojes de Dalí,
y
sus sonido son las voces de los que quieren salir.

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