jueves, 13 de septiembre de 2012

La vida

La vida cotidiana no lo contenta, no lo tiene a gusto, no lo llena, no la vive.
Se siente sólo, alejado, rechazado. Sus prójimos alimentan esa idea, sin intención quizás. Y él no puede evitar sentirse así, siempre segundo, siempre relegado. Y aunque intenta sentirse feliz, no tiene éxito.
Extraña, extraña la vida que nunca tuvo, cómo cualquier miserable.
Sin embargo piensa: “¿No exagero? ¿Realmente son así las cosas?”
Sus amigos, su familia, la música, la lectura, y paradójicamente el amor. Esas cosas son las que lo hicieron pensar, y volver pensar, y pensar, hasta que le estalló la cabeza.


Porque la vida no se piensa, se vive.

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