esas palabras no van a volver aunque yo lo quiera,
y no se las llevó el viento, sino un arma
y, junto con ellas, un pedazo de mi alma
que se llamaba sueño y despertar;
que se llamaba muerte y resurrección;
y ese estado entre la muerte y el nacer, esa rendija:
bardo.
ahora, cuando mi espíritu evoca los sentimientos,
las sensaciones, los pensamientos y los estados
que hube descrito en aquellas palabras,
la memoria las conduce hacia esas palabras,
esas frases, y, al hacer eso,
me recuerda también que ya no están conmigo,
y duelo...
lluevo de dolor
y caigo en el recoveco del resentimiento contra el hacer,
y clamo:
no voy a volver a escribir más;
y bramo:
voy a dejar hacer música;
y resuelvo:
ha de ser una señal.
pero el hacer en mí no es una acción, es identidad.
es mi estado natural;
soy esta vía de expresión de algo que es inenarrable.
yordan alberto bonne y escribir no se relacionan como sujeto y predicado.
la predica, en cambio, está implícita en el ser,
por ende,
dejar de escribir es dejar de ser,
cesar de existir,
y el espíritu que convoca estas palabras tiende hacia el ser
en una pulsión de amor a la vida,
el único hogar de la belleza
o, quizás, el único prisma desde el cual contemplarla.
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ResponderEliminarBuenisimo hermano!!
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