No comprendo
el valor de cada lágrima,
ni siquiera
la tinta de cada página.
No entiendo
el por qué busco porqués.
No puedo
mirar a la culpa a los ojos y decirle que se vaya.
Me asusta
imaginarme libre.
Me pregunto
si marginarme sirve.
No tengo ni
una sola respuesta a las más de miles
de preguntas
que me asfixian desde abril de 2001.
Uno, dos,
tres, cuatro, cinco…
el reloj inexorable.
Noches de
soledad camuflada de falsa compañía.
¿Cómo
esperan que no me ría?
Rara vez
percibí la perdición con la misma intensidad que en estos extraños días.
¿Alguna vez
te sentiste preso de tu individualidad?
¿Preso de
una fiera que devora toda esperanza de salvación?
¿Por qué no
se calla esa voz que me dice que todo es mentira?
Recuerdo
haber perdido la fe, pero no cuándo.
Hay
capítulos aislados que pretenden responderme.
Acaso fuera
el día que murió mi padre.
Acaso fuera
el día que, no satisfecha, el paso de la muerte volvió a hacer temblar el
universo.
Acaso fuera
la primera traición.
Acaso fuera
la primera lágrima vana.
Acaso fuera
la primera travesía fuera de mi realidad. Esa maldición…
En ese
momento experimenté Dios y horror cósmico;
La paradoja de ser y no estar.
A veces, la vida es tanta, que no la puedo soportar,
necesito escapar,
necesito irme,
necesito destruirme.
Me asesino constantemente en cada sorbo, cada humo, cada acción que no
nace de mí,
lo sé, y me desprecio por ello.
¿Por qué no puedo cambiar?
Hay una persiana que se abrió y me obligo a ver afuera y ahora no
puedo salir.
Tiene que haber una puerta, la misma por la que entré.
Rasguño las paredes.
Grito hacia adentro.
Sonrío.
Cada momento de luz es un desafío;
me asusta volver a caer.
Cada momento de oscuridad es agua;
nado,
me alimento,
me siento adormilado,
es el vientre materno,
¡no me saquen de acá!
No quiero su piedad,
no quiero su lástima,
no quiero su compasión,
quiero
tu
libertad.
Dame lo que pido o déjate morir.
Lo siento, soy así, no existe una explicación.
Al nacer me quitaron la corona que me corresponde,
pero mi voluntad es;
obedece.
¿Por qué no me escuchas?
¿No ves que estoy en silencio?
¿Por qué no vienes hacia aquí?
¿Acaso no me quieres?
¿Ahora lo ven?
Ese es el monstruo que está en mí.
Ese es el monstruo que soy yo,
ese mismo,
el que quieren esconder,
pero le dieron de comer lo suficiente;
aún no puedo romper el cascarón.
Wach es excelente! Muy bueno
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ResponderEliminarIncreíble Mamba. Tirar sangre en batallas sabe cualquiera...
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